La ponente comenzó haciendo un repaso al concepto de desarrollo sostenible, desde su aparición allá por 1972 y su evolución histórica a través de las numerosas cumbres internacionales celebradas hasta hoy. En su opinión, en más 40 años han cambiado muy pocas cosas a nivel internacional, y no ha se ha conseguido el cambio sustancial que necesitaba la sociedad para que su desarrollo alcance la sostenibilidad.
Según García-Orcoyen, un grave error que se ha cometido es la utilización del concepto de sostenibilidad para mantener en la medida de lo posible un sistema de producción y consumo que a la larga es insostenible. A pesar de todo, parece que la reciente cumbre de París 2015 sobre cambio climático ha traído alguna esperanza de que los países se tomen en serio los problemas ambientales y las medidas que necesariamente deben ser tomadas.
La ponente destacó uno de los fallos del sistema que en su opinión deben cambiarse para tender hacia la sostenibilidad. Se trata de la incomunicación creciente que nos gobierna. Indicó que la humanidad nunca ha tenido tantas capacidades técnicas o tecnológicas como hoy en día para por ejemplo comunicarnos, sentirnos conectados y unidos, y sin embargo estamos asistiendo a una mayor incomunicación, separatismos, guerras, terrorismo…
Nos hemos desarrollado mucho quizás económicamente, pero en términos globales, nuestra civilización no ha avanzado en las últimas décadas. En otras dimensiones, nuestro desarrollo es escaso o camina en sentido contrario.
A su juicio, se trata de una paradoja que expresó como un velo que nos impide llegar al otro. Estamos al lado pero separados, no llegamos a alcanzarnos, a entendernos. Y en su opinión el desarrollo sostenible y la conservación ambiental, ya sea en el ámbito empresarial o en general, requieren en primer lugar conversar y llegar a acuerdos.
Para ello, el nuevo paradigma que es imprescindible comenzar a adoptar requiere de una nueva mirada (como ya el Papa Francisco proponía en la encíclica Laudato Si’), una mirada múltiple, compartida, no egoísta o individualista como ha predominado hasta ahora. Hace falta tratar de entender la mirada del otro, la visión que los demás tienen del mundo. Si no, como explica el Papa, tan sólo seguiremos realizando pequeñas acciones de restauración ambiental que no contribuyen a cambiar un modelo global equivocado. Según García-Orcoyen, si adoptásemos esta mirada comunitaria, nos daríamos cuenta de que la conservación ambiental no es un imperativo económico, sino ético.
Finalmente, la ponente realizó algunas propuestas prácticas contenidas en las enseñanzas de autores como Eduardo Gudynas, Alberto Acosta, Bernardo Toro o Rafael Echeverría: la filosofía del “buen vivir”, cambiar nuestros valores hacia una mayor consideración de aspectos no tanto económicos como culturales o espirituales, buscar ante todo el equilibrio y armonía interior en todos nosotros, la “ética del cuidado” (el cuidado personal, de nuestra familia y de nuestro entorno social y ambiental), buscar las transacciones “win-win” (en las que todas las partes ganan), etc.
García-Orcoyen comentó además cómo este tipo de coaching ontológico ha sido ya puesto en práctica en equipos de trabajo de diferentes empresas de forma exitosa. Por ello, se mostró convencida de que la sostenibilidad empresarial pasa en primer lugar por el cambio de las personas.