En la tarde de ayer martes 7 de febrero asistimos a la
conferencia de D. Eduardo De Miguel (Director de la Fundación Global Nature) titulada “Aspectos éticos y de responsabilidad social en los grupos
ecologistas: Fundación Global Nature”. En ella, el ponente repasó en primer
lugar la historia y principales líneas de trabajo de la fundación que dirige,
deteniéndose en aquellos cuestiones que tienen que ver con la ética de una ONG
en todos los niveles.
En su opinión, la ética no es sólo un conjunto de
convicciones o de cuestiones personales, sino también eficiencia en la gestión
de los recursos de que dispone una organización y transparencia en sus acciones
y en su contabilidad. Las decisiones que se deben tomar en una organización que
trabaja en pro del medio ambiente y del desarrollo rural no siempre son
fáciles, y muchas veces se plantean dilemas y contradicciones que tienen que
ver con ciertas dimensiones éticas: con qué empresas u organizaciones se
trabaja, cuáles serán las consecuencias de las acciones de determinados
proyectos, qué fuentes de financiación se pueden utilizar, qué donaciones se
deben aceptar, etc.
De Miguel comentó que a veces da la sensación de que el gran
público ve a las ONG naturalistas como los “garantes” de la ética en lo que a
temas ambientales se refiere. Sin embargo, a su parecer, la ética ambiental
debe estar en el núcleo de trabajo de todas las organizaciones, pertenezcan al
sector al que pertenezcan. Incluso afirmó que sería una buena iniciativa que
desde el mundo académico se colaborase en la propuesta de un código ético
ambiental para los distintos sectores socioeconómicos.
En este sentido, criticó la existencia de ciertas
fundaciones que, en lugar de constituirse como una entidad para generar un bien
público, funcionan como subcontratas para externalizar ciertas actividades que
la empresa que las ha financia no puede hacer directamente; o peor aún, como
entidades que realizan acciones positivas sobre el medio ambiente únicamente
para compensar las acciones negativas que previamente la empresa financiadora
ha realizado.
De ahí que, a su juicio, hace falta reflexionar sobre qué lugar ocupa la ética ambiental en todo esto…, qué valores tenemos cada uno y qué prioridades, y qué valores reconocemos en la naturaleza, en la biodiversidad, que las hagan merecedoras de ser conservadas, independientemente del lucro inmediato que ello pueda o no suponer.
Sobre este punto, indicaba que una dimensión ética
importante también es la solidaridad, respecto al resto de seres vivos y el
medio natural, pero también respecto a las áreas y poblaciones más
desfavorecidas, dentro y fuera de España, donde la acción de asociaciones y
fundaciones es crucial.
Finalmente, De Miguel insistió en la necesidad de un
compromiso ético respecto al medio ambiente en todos los niveles: como
individuos (con un consumo responsable, con el reciclaje y con tantas otras
cosas), como organizaciones (asociaciones, fundaciones y empresas que deben ir
más allá de lo que la ley les exige en materia ambiental) y a nivel de la
administración, incorporando una mayor dimensión ética y una perspectiva más
amplia en las decisiones que se toman respecto a la planificación del
territorio y la gestión ambiental.