El pasado 25 de noviembre retomamos el ciclo de Seminarios
Sobre Ética Ambiental para este curso 2015/16, en esta ocasión con la
conferencia “Restauración ecológica y sociedad”, a cargo del profesor D. José
Mª Rey Benayas, Catedrático de Ecología de la UAH y presidente de la Fundación
Internacional para la Restauración de los Ecosistemas.
El ponente comenzó su intervención con un recorrido
histórico por el desarrollo de la Restauración Ecológica y el cambio de
paradigma que ha sufrido, desde su concepción como asistencia a la recuperación
de espacios degradados con el foco en la biodiversidad, hasta la reciente
adición de otros objetivos de carácter social, histórico, cultural, económico,
etc. Esto es especialmente importante y requiere de proyectos bien estudiados,
para que no se produzcan conflictos al conceder más importancia a unos
objetivos frente a otros.
A continuación, Rey Benayas trató el tema de la huella ecológica de origen antrópico en relación con el progreso tecnológico, haciendo hincapié en que el progreso tecnológico tiene dos caras. Así, aunque por ejemplo las nuevas tecnologías permiten que un dispositivo contamine menos que antes con las mismas prestaciones, también están abaratando mucho el acceso al consumo de muchos productos, cada vez por parte de más personas, lo cual redunda en un aumento neto de la huella ecológica.
En relación con los servicios que proveen los ecosistemas para beneficio de la
sociedad, apuntó cómo la restauración ecológica mejora el estado tanto de la
biodiversidad como de dichos servicios ecosistémicos, resultando en un bien
para el ser humano.
Posteriormente, el ponente habló de la introducción y
reintroducción de especies, poniendo como ejemplo un estudio en elaboración
sobre la posibilidad de que el interior de la Península Ibérica albergase el oso pardo,
favoreciendo de este modo no sólo la biodiversidad en sí misma, sino también la
economía y la fijación de población en áreas deprimidas a través del ecoturismo.
Sin embargo, reconoció que se trata de un tema que arrastra polémica, y tiene
tanto detractores como defensores.
A tenor del controvertido asunto de la “Des-extinción”, mencionó
algunos ejemplos que pretenden llevarse a cabo, como el del llamado tigre de Tasmania, pero también algunos
artículos en los que distintos expertos comentan que esto puede no traer tantos
beneficios como se piensa.
Por su parte, y al margen de este tema, Rey Benayas mencionó
que sí está de acuerdo con la conservación del genoma de las especies, sacando
a colación un estudio en el que los autores habían estimado que con el dinero
gastado en 8 días de conflicto bélico entre EEUU y Afganistán se podría
financiar un proyecto para conservar el genoma de todas las especies conocidas.
Retomando la conveniencia de la restauración ecológica, el
ponente presentó estudios que mostraban cómo siempre son mayores los beneficios
que reporta, con unos costes a todas luces más bajos, por lo que en su opinión
debe haber un reconocimiento más explícito de los aspectos positivos de la restauración
ecológica para la sociedad, y acompañarse de adecuadas medidas de financiación,
como pueden ser: pagos por servicios ambientales, deducción fiscal, medidas
compensatorias, bancos de hábitats (biobanks), etc.
Para concluir este apartado, resaltó que aunque sigue siendo
necesario mantener e incrementar la inversión en investigación, ahora se
necesita “más acción”. Es decir, hay que aplicar los conocimientos que se
tienen y acometer más proyectos de restauración que son necesarios. Para ello,
indicó que no es suficiente disponer de financiación, sino que también es
imprescindible el compromiso de la sociedad, que se debe buscar con educación y
sensibilización ambiental.
Finalmente, expuso algunos ejemplos de proyectos llevados a
cabo por la fundación FIRE de la cual es presidente, comenzando con uno que se
podría denominar de “restauración agroecológica”, mediante la producción de
aceite. Mostró que el proyecto, además de los ingresos que reporta a las
empresas, les supone una mejora de imagen, su aportación a la Responsabilidad
Social Corporativa (RSC), promoción del agroturismo, etc.
Otro pilar en el que su fundación se apoya es el voluntariado,
que entra dentro de lo que en su entidad denominan “ecología cívica”, mediante
la cual se generan círculos virtuosos, de retroalimentación positiva. De este modo, las
acciones que realizan los ciudadanos, además de proporcionarles beneficios
físicos y mentales, así como enriquecerles en lo personal, contribuyen a la mejora de
los ecosistemas, de la política y de la gobernanza, cerrándose el círculo con
la mejora global del entorno natural y social.