El pasado 6 de abril tuvimos como invitado en los Seminarios
Sobre Ética Ambiental a Antonio Ruiz Salgado, Doctor en Derecho, especializado
en Derecho Administrativo Ambiental y análisis de políticas públicas
ambientales, quien tiene una gran experiencia en procesos de mediación en
conflictos socioambientales.
La conferencia estuvo dividida en tres bloques principales:
1) concepto de conflicto y conflicto socioambiental, 2) características de los
conflictos socioambientales, 3) gestión positiva de los conflictos.
En el primer bloque el ponente introdujo a los asistentes el
concepto de conflicto, valiéndose de ejemplos recientes de conflictos
socioambientales acontecidos en España. En su opinión, para empezar hay que
diferenciar entre un problema ambiental y un conflicto, dado que el primero no
siempre tiene porqué llevar al segundo, si se sabe gestionar. Sin embargo,
ocurre que todos los conflictos ambientales son a la postre conflictos sociales,
y en una sociedad compleja como la actual, los distintos actores sociales
tienen visiones de los problemas ambientales muy diferentes, a veces
radicalmente opuestas. Estas visiones, en ocasiones están tan arraigadas que se
podrían denominar “creencias”, máxime cuando afectan a valores profundos. Ello
influye de modo determinante en cómo se aborda un problema ambiental que afecta
a distintas partes, pues de cómo se percibe el problema dependen en
gran medida los medios que se consideran más adecuados para su resolución.
Respecto a las características principales de un conflicto
socioambiental, además de ser un tipo particular de conflicto social en el que,
como ya se ha indicado, tienen gran relevancia los valores y creencias, cabe
destacar que suelen afectar a bienes colectivos y generarse en torno a los
recursos (por el acceso a los mismos, por problemas de contaminación/residuos u
otras externalidades). En un conflicto socioambiental, la clave es el contexto del
problema, que admite una pluralidad de perspectivas enorme, y a menudo está
lleno de complejidad e incertidumbre
(sobre el propio problema y la información disponible, sobre las posibles
consecuencias, etc.). La multiplicidad de actores -incluyendo a los poderes
públicos- es otra característica fundamental, teniendo en cuenta además que los
conflictos suelen darse a distintas escalas (intrapersonal, interpersonal,
intragrupal, intergrupal…).
Finalmente, respecto a la gestión positiva de conflictos,
Ruiz Salgado opina que hay que trabajar en el entendimiento del conflicto, pues
en función de cuál sea la visón del mismo que las distintas partes tengan, sus
reacciones ante el mismo serán a su vez contrapuestas. También hay que tener en
cuenta a la otra parte, sus visiones e intereses (algo que parece muy
obvio pero rara vez se da plenamente). Por otro lado, la comunicación entre las
partes es un aspecto esencial en el conflicto, por lo que hay que evitar el
lenguaje agresivo, y siempre que sea posible facilitar el contacto personal, ya
que el mejoramiento y fortalecimiento de las relaciones es crucial. Además de
la mediación, son interesantes los mecanismos de participación y deliberación.
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