miércoles, 19 de abril de 2017

Hacia una gestión positiva de los conflictos socio-ambientales

El pasado 6 de abril tuvimos como invitado en los Seminarios Sobre Ética Ambiental a Antonio Ruiz Salgado, Doctor en Derecho, especializado en Derecho Administrativo Ambiental y análisis de políticas públicas ambientales, quien tiene una gran experiencia en procesos de mediación en conflictos socioambientales.

La conferencia estuvo dividida en tres bloques principales: 1) concepto de conflicto y conflicto socioambiental, 2) características de los conflictos socioambientales, 3) gestión positiva de los conflictos.

En el primer bloque el ponente introdujo a los asistentes el concepto de conflicto, valiéndose de ejemplos recientes de conflictos socioambientales acontecidos en España. En su opinión, para empezar hay que diferenciar entre un problema ambiental y un conflicto, dado que el primero no siempre tiene porqué llevar al segundo, si se sabe gestionar. Sin embargo, ocurre que todos los conflictos ambientales son a la postre conflictos sociales, y en una sociedad compleja como la actual, los distintos actores sociales tienen visiones de los problemas ambientales muy diferentes, a veces radicalmente opuestas. Estas visiones, en ocasiones están tan arraigadas que se podrían denominar “creencias”, máxime cuando afectan a valores profundos. Ello influye de modo determinante en cómo se aborda un problema ambiental que afecta a distintas partes, pues de cómo se percibe el problema dependen en gran medida los medios que se consideran más adecuados para su resolución.



Respecto a las características principales de un conflicto socioambiental, además de ser un tipo particular de conflicto social en el que, como ya se ha indicado, tienen gran relevancia los valores y creencias, cabe destacar que suelen afectar a bienes colectivos y generarse en torno a los recursos (por el acceso a los mismos, por problemas de contaminación/residuos u otras externalidades). En un conflicto socioambiental, la clave es el contexto del problema, que admite una pluralidad de perspectivas enorme, y a menudo está lleno de complejidad e incertidumbre (sobre el propio problema y la información disponible, sobre las posibles consecuencias, etc.). La multiplicidad de actores -incluyendo a los poderes públicos- es otra característica fundamental, teniendo en cuenta además que los conflictos suelen darse a distintas escalas (intrapersonal, interpersonal, intragrupal, intergrupal…).

Finalmente, respecto a la gestión positiva de conflictos, Ruiz Salgado opina que hay que trabajar en el entendimiento del conflicto, pues en función de cuál sea la visón del mismo que las distintas partes tengan, sus reacciones ante el mismo serán a su vez contrapuestas. También hay que tener en cuenta a la otra parte, sus visiones e intereses (algo que parece muy obvio pero rara vez se da plenamente). Por otro lado, la comunicación entre las partes es un aspecto esencial en el conflicto, por lo que hay que evitar el lenguaje agresivo, y siempre que sea posible facilitar el contacto personal, ya que el mejoramiento y fortalecimiento de las relaciones es crucial. Además de la mediación, son interesantes los mecanismos de participación y deliberación.

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